jueves, 5 de agosto de 2021

LOS PERSONAJES (3)

 MANUEL VILALOBOS


Uno de los personajes principales de El Feriante es sin duda Manuel Villalobos, quien a través de la creación de la novela fue el que más cambios de apellidos sufrió. En un estadio muy temprano vino a llamarse Manuel Bocanegra. Al poco, y gracias a una sugerencia de Albert, un compañero de trabajo, lo cambiamos a Villanueva y así fue como se llamó a lo largo de todo el primer borrador. 

Sin embargo y casi por accidente,  o uno de esos pequeños milagros que te ahorran quebraderos de cabeza en el futuro, descubrí que ya existía otro inspector de policía con el mismo apellido😱. Efectivamente, ese otro Villanueva era el protagonista de las novelas del autor y periodista sevillano Julio Gijón Muñoz. Así pues decidimos ponernos manos a la obra para buscar otro apellido para nuestro inspector y, por extensión, su familia. Queríamos uno que fuera lo más parecido posible, pues tras un borrador completo de la novela nos iba a ser muy difícil acostumbrarnos a otro que no tuviera similitud alguna. Decidimos que Villalobos podría ser un buen candidato, pues se parecía en sonoridad y número de sílabas. De modo que así fue cómo finalmente nuestro protagonista llegó a llamarse Manuel Villalobos.

Manuel es a simple vista un policía duro, muy de su época, pero el lector descubre que hay algo más detrás de este personaje. Es un hombre que, pasada la mediana edad, descubre que su trabajo le ha traído más sinsabores que satisfacciones y es consciente de que las horas invertidas en comisaría e investigando casos lo han ido apartando de su familia. Del mismo modo, el inspector va siendo consciente de su mortalidad y de que cada día podría ser el último.  Es en este punto de su vida en el que la novela arranca.

Villalobos es fiel amigo de sus amigos y un padre y marido comprometido. Tiene la mecha corta ante la impertinencia y la insolencia (especialmente si viene de otro colega de comisaría, es decir, Víctor Echevarría) y tiene intolerancia cero hacia los maltratos domésticos, tras haberlos sufrido él y su madre. Algunos lectores nos han comentado que les gusta mucho su faceta de marido afectivo, escondida bajo esta capa dura que lo cubre.

Villalobos es el poli al que no te gustaría toparte si estás involucrado en asuntos sucios, pero es el amigo con el que te gustaría tomarte unas cervezas al sol de un domingo mientras se prepara una paella en el campo y te explica una anécdota con todo el sarcasmo que pueda reunir.

Raúl Reyes

***

Debo reconocer que inspirarnos para crear a Manuel Villalobos no nos resultó especialmente arduo. A grandes rasgos, Manuel Villalobos (inicialmente creado como "Manuel Villanueva") era la viva imagen de muchos de los hombres de la generación de nuestros propios padres: abnegados padres de familia, trabajadores duros y personas íntegras, de las que se visten por los pies. Aunque no se dediquen a pintar mandalas o jugar al Tente con sus hijos... ¡Pobre de aquel que se pase un pelo con ellos!

Muy a su pesar, Manuel Villalobos se ha hecho mayor realizando una labor no apta para estómagos delicados; una labor dura, áspera e ingrata, en muchas ocasiones, como puede ser la de policía. Manuel Villalobos es uno de aquellos policías que ingresó joven en la última etapa del franquismo y que tuvo que aprender a ir adaptándose a los ritmos y necesidades que la sociedad española de la llamada Transición generaba. Su afán por mejorar profesional y personalmente le permitió llegar a ser inspector en una época en la que las fuerzas de seguridad trataban de desprenderse del aroma a fuerzas represoras que les imprimió la dictadura franquista y, al mismo tiempo, no dejaban de mirar por encima de sus hombros cuando el terrorismo de ETA y una delincuencia común rampante campaban desbocados.

A ojos de algunos de sus compañeros, Manuel Villalobos era considerado una especie de dinosaurio chapado a la antigua por su comportamiento, estilo de vestimenta, peinado o gustos musicales sin que ello pudiese restarle un ápice en la solvencia de su trabajo como inspector. Con tiempo, Manuel podría llegar a ser un flamante comisario de policía. Es, precisamente, el compromiso con su profesión y lo que de la experiencia de ella se deriva, lo que hace que Manuel, iniciada lo que entonces se denominaba la "crisis de los cuarenta", tome perspectiva y conciencia de la rapidez con que pasa la vida y lo mucho que ama y le importan sus hijos y su mujer. El contrapunto a Manuel es su compañero Agustín Sampedro, un padre amante de su hijo y un marido divorciado que no ha podido, o no ha sido capaz, de luchar contra lo que es, un policía vocacional volcado en su trabajo que ha perdido la unión familiar.

Con Manuel Villalobos hay que saber estar a las duras, y, aún más, a las maduras pero, cuando las cosas se tuercen, reza para que esté a tu lado.

José Requena

Créditos de fotos: Canva.

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